lunes, 22 de septiembre de 2014

Presencia presente

Asomando la vista a las noticias que nos dejan ver los medios de comunicación tradicionales, habrá quien dirá que la única forma de excusar tantas guerras, desigualdades, sufrimiento e injusticias es que la maldad es algo innato al ser humano, que somos una plaga de seres caníbales y no hay nada que hacer. Yo no lo veo así, creo más bien que dependerá del acondicionamiento sociocultural. Lamentablemente vivimos en una sociedad profundamente enferma, en la que los valores y el potencial de cada persona son suprimidos y reemplazados por decadentes cánones de éxito y una completa desconexión con nuestra natural tendencia gregaria en pos de un egocentrismo enfermizo, que en situaciones extremas lleva a psicopatías y narcisismo. Lo vemos todos los días en la "cúspide" de la sociedad, en quienes nos gobiernan y aquellos que nos dicen o ejemplifican como "vivir". No es coincidencia que a menudo sean éstos quienes muestren los más paupérrimos rasgos de humanidad. Pareciera el precio a pagar por escalar en este sistema de vida.

Hemos perdido la conexión con el alma y el cosmos. Confusos e inseguros, buscamos llenar ese hueco de la única forma en la que nos enseñaron a disfrutar la vida: materialismos y distracciones que nos compensen de alguna manera una vida miserable y frustrada. Y es que distraídos, dispersos y adormecidos somos mucho más fáciles de controlar. Pan y circo, seguimos tirando...

Religiones y grandes instituciones se han encargado desde siempre de separarnos del camino, seduciéndonos con redención y futuras recompenzas a cambio de una vida sacrificada y sumisa. Antes era el cielo, hoy tu casa al acabar la hipoteca si aún te quedan fuerzas de disfrutarla. Cada religión se ha moldeado en base a una cultura determinada: "Al César lo que es del César" reza en las páginas de la romana biblia católica. Las religiones por lo general son a fin de cuentas otro producto de la sociedad, un sucedáneo. Pesados libros cargados de incontables mensajes encriptados y desvirtuados, fanáticos dogmatizando y debatiendo eternamente la mística de los maestros de antaño en lugar de buscar la experiencia propia. A medida que avanza nuestra comprensión del macrocosmos poco a poco estos dioses anacrónicos han sido reemplazados por uno sin rostro mucho más fácil de enmascarar y manipular: el dinero.

¿Qué se puede hacer frente a una realidad aparentemente tan desoladora? vaya, ojalá tuviese respuesta para una interrogante de tales proporciones. No, explicar la existencia me temo está lejos de mi alcance e imagino no será tan simple como para responderlo en cuatro líneas insípidas. Servidor no pretende ser maestro de nadie, sólo soy otro perdido más intentando encontrar ese olvidado camino del aprender a vivir. Por cada interrogante a la que duramente se desvela respuesta, mil nuevas preguntas llegan como refuerzos de una verdad escurridiza y etérea que se resiste a dejarse atrapar. Creo eso sí, que el camino pasa necesariamente por desaprender la doctrina que nos marcaron a fuego durante la forja de nuestra personalidad, a partír de ahi tocará redescubrir nuestro potencial y luchar por mantenerse limpio. Habrá también que encontrar oasis que nos den fuerzas para seguir. En lo personal a mí las artes, la belleza y el amor de mis seres queridos, el abrazo auténtico de un viejo amigo, las risas e inocentes juegos de los niños o maravillarme ante la grandeza de la creación contemplando la vida en todas sus formas, por citar algunos ejemplos me ayudan a contrarrestar la balanza de crueldades en el mundo. Entiendo que cada persona deberá descubrir su propia ancla.

Si hay algo que me ha quedado claro - si es que puedo estar seguro de algo - después de incontables tropiezos (y los que me quedan), son sólo un par de cosas o dos:
1. Que una vida entregada a dar amor a los demás es una vida llena de satisfacciones.
2. Que no hay mejor forma de dar amor al mundo que siendo felices haciendo y siendo lo que uno es, inspirando a los demás a hacer lo mismo.
3. Hace falta valor y determinación para atreverse a ello y ahí está el reto, porque lo que más nos enseñan en el mundo son precisamente miedos e inseguridades.

Puede que el camino sea interminablemente largo, pero siempre podemos parar a maravillarnos con las vistas.

Oso.

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